El monóxido de carbono (CO) es un gas invisible, inodoro e insípido que es emitido en el proceso de combustión de combustibles fósiles. Sin una oxigenación suficiente, la concentración de CO aumenta rápidamente en el aire ambiental y pequeñas cantidades ya pueden ser suficientes para causar daños para la salud:

Con un contenido de CO de solo el 1,28 % en el aire ambiental bastan uno a dos minutos para sufrir una muerte por asfixia.

Por esa razón se aplican en Alemania umbrales legales para la exposición de trabajadores al CO. El límite admitido es de 30 ppm (equivalente a 35 mg por m³) en el aire ambiental.

No obstante, en plantas de producción, empresas artesanales o talleres a menudo se subestima la contaminación del aire y el peligro de una intoxicación por CO pese a que ya el funcionamiento de máquinas propulsadas por diesel o gasolina en lugares cerrados como garajes subterráneos, naves de montaje u obras, tan solo durante un tiempo breve, puede provocar síntomas de intoxicación.

Por eso es importante controlar continuamente la concentración de CO en espacios interiores, naves industriales u obras con los medidores adecuados. También en la gastronomía, p. ej. al emplear estufas de gas, o en las pistas de karting bajo techo es muy aconsejable la comprobación de la calidad del aire con medidores de CO.